No soy especialmente fanático del fútbol. Antes sí, me gustaba ver bastante fútbol e incluso practicarlo. Lo que ocurre es que desde que te echas novia en serio, la cosa cambia. Y más cuando te casas y eres padre. Realmente no es que no tengas tiempo, es que cambian tus prioridades. Sin embargo, siempre llevo a mucha honra que pese a llevar más de 25 años residiendo en Madrid, no caí en la tentación rápida de ser del Real Madrid, o incluso del Atlético. Sigo siendo del Valencia.

Ser de este equipo conlleva llevar la pesada carga de ser siempre uno de los llamados grandes y tener expectativas de todo, y luego no comernos, por regla general, nada. Ser del Valencia es que te tengan que meter 7 goles para eliminarte y lo haga el Karsruher en la UEFA del 93. Es tener que ver en directo como se reanuda después de la suspensión por granizo la final de la copa del Rey en el 95, y en la reanudación, 3 días después, en los 10 minutos en los que sólo había que aguantar el marcador hasta calentar y llegar a la prórroga, el Depor nos mete un gol y nos manda para casa. No me había dado tiempo ni a sentarme en la silla del Bernabéu…

Podría seguir, pero el resultado es el mismo. Soy valencianista. Pese a ver el partido del pasado fin de semana contra el Atletico con un atlético, y decirle que estuviera tranquilo, que aunque todo indicara que íbamos a ganar el partido, lo normal es que ó nos empataran con el partido casi acabado (como así pasó) ó que incluso nos ganaran, sí: soy del Valencia. El 8 de agosto pude asistir como invitado a la presentación del Valencia CF 2009-2010 y además de estar en el césped y ver el partido contra el Arsenal, pude ver un cartel promocional en Mestalla (que viejito está el pobre, a ver si nos mudamos de una vez), que me llegó y me hizo sentirme valencianista una vez más (está en valenciano, pero se entiende): «No sois del Valencia… sois EL Valencia». Qué bien expresado. Sí, soy el Valencia. Gracias.